28 de febrero de 2011

Las monarquías también tiemblan en Oriente Medio

“Deseo reformas rápidas y reales. Si no se llevan a cabo, la situación seguirá igual que en el pasado”. Con estas palabras, el rey Abdalá II de Jordania anunció un cambio en su gabinete, en respuesta a las protestas de ciudadanos jordanos luego de las revueltas en Egipto y Túnez.

En términos similares se expresó Mohamed VI, rey de Marruecos, al referirse esta semana a la necesidad de “reformas estructurales” en el sistema político de su país.

El mensaje y acciones de ambos monarcas denotaron un temor que, además de fundamentado, se extiende no solamente a los países bajo regímenes de facto, sino incluso a naciones de tradición monárquica. Una característica que, aunque ha sido propia del Oriente Medio a lo largo de su historia –antigua y reciente- en otros casos es heredera del colonialismo europeo y choca contra la costumbre y las características étnicas locales.

Tal es el caso de Bahrein, donde las protestas en contra del emir Al-Jalifa ha puesto de manifiesto otro conflicto en la zona: el existente entre sunitas y chiítas, que además preocupa a su vecino: la también monárquica Arabia Saudita.

JORDANIA: PIONERA EN LOS CAMBIOS
Abdalá II fue el primero de los monarcas en los que nació el temor de que continuara la ola revolucionaria empezada en Túnez. De ahí que el pasado 20 de febrero llamara a una reforma para evitar que la situación siga “igual que en el pasado, cuando a quienes se les asignó la responsabilidad desperdiciaron muchas oportunidades debido a sus dudas y miedo al cambio”.

En el marco de esta necesidad de cambió, Abdalá destituyó a Samir Rifai de su gabinete y a cambió nombró a Baruf al Majit como primer ministro, uno de los reclamos hechos por los manifestantes, que aseguran ser leales a la monarquía hashemita, mas no al poder político reinante.

El rey Abdalá de Jordania destituyó a su gabinete tras dos semanas del derrocamiento de Mubarak
Es la hashemita, precisamente, una de las monarquías de más reciente data en la región. Sus orígenes están en el mandato británico en la región (1918-1947), cuando Reino Unido creó Jordania en la ribera oriental del río Jordán (de ahí su nombre) y colocó en la zona a herederos de la dinastía hashemita, una de las muchas tribus presentes en Arabia para la época.

ARABIA SAUDITA Y BAHREIN: MÁS RELIGIOSO QUE POLÍTICO
La salud de Abdalá bin Abdelaziz tuvo que esperar. Luego de varios meses en tratamiento médico en Estados Unidos, el monarca saudita regresó a su país con una primera medida destinada a evitar el contagio de las revueltas: fondos de vivienda, aumento de primas para trabajadores públicos e, incluso, una amnistía general para prisioneros detenidos por delitos saudíes.

La posibilidad de inestabilidad en Arabia Saudita, sin embargo, no se debe únicamente al tema petrolero o a una consecuencia de las protestas por democracia. Un conflicto adicional al que se enfrenta la casa de los Saud, derivado además de su vecino Bahrein, es a la diferencia existente entre las ramas del Islam en ambos países, así como una rebelión contra la figura monárquica que, en esta zona, sí es proclamada.

Tanto la familia Al-Jalifa (la que gobierna Bahrein) como la saudí son de tradición sunita. Sin embargo, en la región se ha gestado una oposición a ambas monarquías proveniente de la corriente opuesta: el chiísmo, que además es mayoritario en la zona. Partidarios de este grupo han sostenido marchas reiteradas contra la monarquía de Bahrein, lo que ha obligado al “perdón real” de 23 militantes chiíes que han sido presos tras acusaciones de crear organizaciones ilegales y fomentar actividades terroristas.

El conflicto entre sunitas y chiítas causa temor en Bahrein y Arabia Saudita

Pero estas medidas no han sido suficientes, y las protestas han continuado, según reseñan medios locales. Por ello, el gobierno de Manama (capital de Bahrein) ha pedido ayuda militar a la monarquía saudita, en caso de que la situación continúe agriándose.
En lo interno de Arabia Saudí, sin embargo, confrontan sus propios problemas, luego de que Túnez exigiera la deportación del presidente derrocado de ese país, Ben Alí.

MARRUECOS: CONTROLADA, POR AHORA
Al igual que en Jordania, las protestas suscitadas en Marruecos desde hace dos semanas, no son propiamente en contra de la monarquía de ese país, sino contra el restante sistema político, fundamentalmente el Parlamento, al que acusan de carecer de representación.

Sin embargo, la existencia previa de otros procesos de reforma al sistema político marroquí, así como el respaldo internacional de países como Francia o España (del que fue colonia) garantizan que el país norafricano pueda manejar las protestas con mayor paz y sin necesidad de la represión empleada por el gobierno de sus incendiados vecinos. Adicionalmente, personalidades como el ministro de Relaciones Exteriores de Marruecos, Tahieb Farsi, ha prometido que “las reformas evolucionan y continúan” en su país.


EL PETRÓLEO TAMBIÉN PREOCUPA
Una ayuda para el pueblo libio fue la última petición hecha por el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico en una reunión en Bahrein hace dos días. Esta instancia agrupa a los países de la zona que producen y comercian hidrocarburos, con Arabia Saudita a la cabeza y seguidos por otros reinos y emiratos como Kuwait, Omán, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Qatar.

El tema social, sin embargo, no ha puesto de lado el principal interés de esta alianza: los hidrocarburos. El aumento de los precios del crudo tanto Brent como la cesta OPEP se agrava con el progresivo descontrol del gobierno libio del negocio petrolero. Sin embargo, según ha asegurado el gobierno de Riad, aún existe “suficientes reservas de petróleo” para que estos aumentos sean manejables.

Publicado en TalCual, 28/02/2011, p. 15