¿Era muy optimista esperar un cese al fuego más duradero? Al parecer sí. No ha pasado una semana de logrado lo que la BBC calificó de "frágil acuerdo", cuando la insurgencia palestina decidió romperlo al lanzar cohetes Kassam a la población costera de Sderot.
¿Qué demuestra esto? Que una vez más los peores enemigos del potencial estado palestino son ellos mismos. El que la Yihad islámica se haya atribuido el ataque es una muestra más de que no están dispuestos a negociar sino en sus condiciones que, evidentemente, representarán una alteración de los intereses y necesidades de Israel en la región.
Poco importa que Israel haya cesado los asentamientos en Gaza y Cisjordania durante el gobierno de Sharon; poco importa que hayan accedido a liberar a casi 500 terroristas palestinos a cambio de un sólo soldado. La iniciativa del truhán de Nasrala de pedir la liberación de otros 300 militantes de Hezbolá para liberar a otros dos soldados busca simplemente acorralar a Israel cada vez más y seguirlo obligando a que actúe de manera unilateral y sin condiciones, algo que pone en peligro, incluso, su propia existencia como estado, al quedar a merced de un grupo de fanáticos con trastocados valores de la vida y la muerte, del bien y el mal. Y así lo ha entendido Olmert, pese a sus políticas conciliatorias e incluso complacientes, al negarse a acceder a la petición de Nasrala. La unilateralidad tiene un límite
¿Qué demuestra esto? Que una vez más los peores enemigos del potencial estado palestino son ellos mismos. El que la Yihad islámica se haya atribuido el ataque es una muestra más de que no están dispuestos a negociar sino en sus condiciones que, evidentemente, representarán una alteración de los intereses y necesidades de Israel en la región.
Poco importa que Israel haya cesado los asentamientos en Gaza y Cisjordania durante el gobierno de Sharon; poco importa que hayan accedido a liberar a casi 500 terroristas palestinos a cambio de un sólo soldado. La iniciativa del truhán de Nasrala de pedir la liberación de otros 300 militantes de Hezbolá para liberar a otros dos soldados busca simplemente acorralar a Israel cada vez más y seguirlo obligando a que actúe de manera unilateral y sin condiciones, algo que pone en peligro, incluso, su propia existencia como estado, al quedar a merced de un grupo de fanáticos con trastocados valores de la vida y la muerte, del bien y el mal. Y así lo ha entendido Olmert, pese a sus políticas conciliatorias e incluso complacientes, al negarse a acceder a la petición de Nasrala. La unilateralidad tiene un límite
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