
Como Ortiz, el desolado y aburrido pueblo de la novela epónima de Miguel Otero Silva, se veía el hasta ayer populoso bulevar de Sabana Grande: apenas tres o cuatro negocios abiertos a lo largo de cuadras y cuadras. La habitual tranquilidad dominguera de las calles no era la misma. El cielo encapotado le daba un aspecto aún más triste a la ciudad. Los pocos transeuntes caminaban con paso presuroso e inquieto.
Al cruzar la Libertador, un primer escuadron de cuatro motos cuyos pilotos visten de negro nos ceden el paso en la camioneta.
Tres cuadras más adelante, vuelvo a escuchar un renqueo, luego otro, y un tercero, y un cuarto. Poco a poco se aproxima el sonido de motocicletas aceleradas a la distancia. A lo lejos un hombre vstido de rojo cuelga de la puerta de un camión con altas cornetas, seguidos por nueve motorizados gritando la conocida consigna "Chávez los tiene locos", paseando impunes por las calles, manifestándose seguros de la victoria y a pesar de la prohibición de hacer proselitismo y concentraciones partidistas mientras los centros de votación aún funcionen.
Como en el conocido duelo de O.K Corral, inmortalizado en la película de Kurt Russell y Val Kilmer, esos hombres de tez oscura, rasgos marcados y ataviados de rojo son el grupo de los Clanton, desobedientes a la ley (o peor aún, con la ley de su lado). Y si un Wyatt Earp que los combata y los saque del Tombstone caraqueño.
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