27 de mayo de 2011

Reacciones a una nueva manifestación de antisemitismo

El antisemitismo en Venezuela vuelve a la palestra pública, luego de una denuncia de la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela (CAIV) acerca de la difusión de panfletos antisemitas -concretamente de los Protocolos de los Sabios de Sión- a través de la estatal Radio Nacional de Venezuela (RNV), en el programa de Cristina González.

La respuesta de las diferentes organizaciones judías del mundo da cuenta de un problema que, aunque se aplacó luego de las atrocidades cometidas en la sinagoga de Maripérez en 2009, siempre ha estado presente: el velado antisemitismo auspiciado o, al menos, tolerado por el gobierno nacional.

En esos términos se expresó la Liga Antidifamación (ADL), al sostener en un comunicado que "Chávez no ha cumplido su palabra de levantar la voz contra el antisemitismo", como se evidenció en la "promoción de los Protocolos como si fueran una precisa y real descripción de los judíos, cuando en realidad es la peor manifestación del antisemitismo conspirativo"

El texto completo de la ADL aquí

También se pronunció al respecto el Congreso Judío Latinoamericano en este comunicado

28 de febrero de 2011

Las monarquías también tiemblan en Oriente Medio

“Deseo reformas rápidas y reales. Si no se llevan a cabo, la situación seguirá igual que en el pasado”. Con estas palabras, el rey Abdalá II de Jordania anunció un cambio en su gabinete, en respuesta a las protestas de ciudadanos jordanos luego de las revueltas en Egipto y Túnez.

En términos similares se expresó Mohamed VI, rey de Marruecos, al referirse esta semana a la necesidad de “reformas estructurales” en el sistema político de su país.

El mensaje y acciones de ambos monarcas denotaron un temor que, además de fundamentado, se extiende no solamente a los países bajo regímenes de facto, sino incluso a naciones de tradición monárquica. Una característica que, aunque ha sido propia del Oriente Medio a lo largo de su historia –antigua y reciente- en otros casos es heredera del colonialismo europeo y choca contra la costumbre y las características étnicas locales.

Tal es el caso de Bahrein, donde las protestas en contra del emir Al-Jalifa ha puesto de manifiesto otro conflicto en la zona: el existente entre sunitas y chiítas, que además preocupa a su vecino: la también monárquica Arabia Saudita.

JORDANIA: PIONERA EN LOS CAMBIOS
Abdalá II fue el primero de los monarcas en los que nació el temor de que continuara la ola revolucionaria empezada en Túnez. De ahí que el pasado 20 de febrero llamara a una reforma para evitar que la situación siga “igual que en el pasado, cuando a quienes se les asignó la responsabilidad desperdiciaron muchas oportunidades debido a sus dudas y miedo al cambio”.

En el marco de esta necesidad de cambió, Abdalá destituyó a Samir Rifai de su gabinete y a cambió nombró a Baruf al Majit como primer ministro, uno de los reclamos hechos por los manifestantes, que aseguran ser leales a la monarquía hashemita, mas no al poder político reinante.

El rey Abdalá de Jordania destituyó a su gabinete tras dos semanas del derrocamiento de Mubarak
Es la hashemita, precisamente, una de las monarquías de más reciente data en la región. Sus orígenes están en el mandato británico en la región (1918-1947), cuando Reino Unido creó Jordania en la ribera oriental del río Jordán (de ahí su nombre) y colocó en la zona a herederos de la dinastía hashemita, una de las muchas tribus presentes en Arabia para la época.

ARABIA SAUDITA Y BAHREIN: MÁS RELIGIOSO QUE POLÍTICO
La salud de Abdalá bin Abdelaziz tuvo que esperar. Luego de varios meses en tratamiento médico en Estados Unidos, el monarca saudita regresó a su país con una primera medida destinada a evitar el contagio de las revueltas: fondos de vivienda, aumento de primas para trabajadores públicos e, incluso, una amnistía general para prisioneros detenidos por delitos saudíes.

La posibilidad de inestabilidad en Arabia Saudita, sin embargo, no se debe únicamente al tema petrolero o a una consecuencia de las protestas por democracia. Un conflicto adicional al que se enfrenta la casa de los Saud, derivado además de su vecino Bahrein, es a la diferencia existente entre las ramas del Islam en ambos países, así como una rebelión contra la figura monárquica que, en esta zona, sí es proclamada.

Tanto la familia Al-Jalifa (la que gobierna Bahrein) como la saudí son de tradición sunita. Sin embargo, en la región se ha gestado una oposición a ambas monarquías proveniente de la corriente opuesta: el chiísmo, que además es mayoritario en la zona. Partidarios de este grupo han sostenido marchas reiteradas contra la monarquía de Bahrein, lo que ha obligado al “perdón real” de 23 militantes chiíes que han sido presos tras acusaciones de crear organizaciones ilegales y fomentar actividades terroristas.

El conflicto entre sunitas y chiítas causa temor en Bahrein y Arabia Saudita

Pero estas medidas no han sido suficientes, y las protestas han continuado, según reseñan medios locales. Por ello, el gobierno de Manama (capital de Bahrein) ha pedido ayuda militar a la monarquía saudita, en caso de que la situación continúe agriándose.
En lo interno de Arabia Saudí, sin embargo, confrontan sus propios problemas, luego de que Túnez exigiera la deportación del presidente derrocado de ese país, Ben Alí.

MARRUECOS: CONTROLADA, POR AHORA
Al igual que en Jordania, las protestas suscitadas en Marruecos desde hace dos semanas, no son propiamente en contra de la monarquía de ese país, sino contra el restante sistema político, fundamentalmente el Parlamento, al que acusan de carecer de representación.

Sin embargo, la existencia previa de otros procesos de reforma al sistema político marroquí, así como el respaldo internacional de países como Francia o España (del que fue colonia) garantizan que el país norafricano pueda manejar las protestas con mayor paz y sin necesidad de la represión empleada por el gobierno de sus incendiados vecinos. Adicionalmente, personalidades como el ministro de Relaciones Exteriores de Marruecos, Tahieb Farsi, ha prometido que “las reformas evolucionan y continúan” en su país.


EL PETRÓLEO TAMBIÉN PREOCUPA
Una ayuda para el pueblo libio fue la última petición hecha por el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico en una reunión en Bahrein hace dos días. Esta instancia agrupa a los países de la zona que producen y comercian hidrocarburos, con Arabia Saudita a la cabeza y seguidos por otros reinos y emiratos como Kuwait, Omán, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Qatar.

El tema social, sin embargo, no ha puesto de lado el principal interés de esta alianza: los hidrocarburos. El aumento de los precios del crudo tanto Brent como la cesta OPEP se agrava con el progresivo descontrol del gobierno libio del negocio petrolero. Sin embargo, según ha asegurado el gobierno de Riad, aún existe “suficientes reservas de petróleo” para que estos aumentos sean manejables.

Publicado en TalCual, 28/02/2011, p. 15

28 de enero de 2011

Mubarak, el malo conocido

Dos noticias recientes dan cuenta del verdadero problema que subyace en los disturbios ocurridos en Egipto en la última semana. Por un lado, por primera vez en la historia reciente de Oriente Medio, se produjo un despliegue de tropas egipcias en la Península del Sinaí, algo prohibido por el acuerdo de paz de 1979 con Israel. La razón: impedir la filtración y tránsito de armas y militantes a través del trecho Gaza-Egipto. A esta maniobra se suma el silencio, apenas roto, de las autoridades israelíes respecto a la negativa de Hosni Mubarak de dejar el poder.

Los medios y la opinión pública occidental plantean los sucesos de Egipto en términos eminentemente occidentales: frente a una férrea dictadura de más de tres décadas, los ciudadanos egipcios quieren un cambio y mayores libertades, así como progreso económico. Sin embargo, desde la década de los cincuenta se ha demostrado la dificultad de aplicar remedios occidentales a problemas que no competen a Occidente, como claramente lo dio a entender Obama en junio de 2009 en su recordado Discurso de El Cairo

En el caso egipcio se confrontan dos variables que son mucho más complejas que democracia y autoritarismo. La puerta que realmente abre la crisis del gobierno de Mubarak es la que ya planteó el propio Netanyahu hace un par de días: la posibilidad de que el gobierno egipcio pase del laicismo de Mubarak a un régimen teocrático , de naturaleza similar al de Irán, de la mano con la principal organización opositora del país: la Hermandad Musulmana, ilegalizada pero aún activa.

Resulta fácil adivinar las consecuencias de una movida política de esta naturaleza en el sistema internacional, concretamente en la estabilidad de la región, donde el cerco a Israel estaría no sólo desde el este, con Irán, y desde el norte, con Siria, sino ahora desde el oeste, con un Egipto muy distinto a aquel con el que firmó la paz en 1979 y ha logrado mantenerla, sin mayores alteraciones, hasta hoy. Un gobierno de tinte teocrático, con nada descartables alianzas con los vecinos de Hamás en Gaza, implicaría, en efecto, un deterioro en las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Por su parte, rodeado de nuevas amenazas, y con una coalición gobernante cada vez más inclinada hacia la derecha, no sería descartable la puesta en práctica por parte de Israel de una política exterior mucho más ofensiva, no solamente en términos diplomáticos, sino incluso militares y estratégico.

De ahí que, para Israel, y en general para los restantes estados que busquen estabilidad en la región, sea mucho mejor un "bueno conocido" como el actual -y casi depuesto- mandatario de Egipto, que la incertidumbre y el "río revuelto" donde pueden "pescar" (parafraseando el refrán) las facciones islámicas màs fundamentalistas y radicales de la zona.

El compromiso con la memoria

Ayer se cumplió un año más desde que los ejércitos aliados de la Segunda Guerra Mundial se encontraron con un dantesco espectáculo en el seno de la culta Europa. Las tropas soviéticas habían tomado Polonia pocos días antes, y el 27 de enero de 1945 liberaron el campo de Auschwitz. Sin embargo, poco quedaba que hacer: algunos días atrás, previendo la inevitable derrota del III Reich, los administradores del campo -que había alcanzado la más siniestra perfección en la industrialización de la muerte, con sus cámaras de gas y hornos crematorios, habían decidido liquidarlo y enviar a los 65.000 prisioneros que ahí quedaban a una Marcha de la Muerte, con destino desconocido.

Sin embargo, lo que encontraron al entrar al campo les permitía dar cuenta de las atrocidades que allí se habían vivido. Y lo observaron con estupor ¿Cuál era la real magnitud de la maldad y crueldad nazi? ¿Cómo Europa, sumida en un conflicto eminentemente político y militar, había pasado por alto la concreción de crímenes de esta naturaleza? ¿Cömo pudieron permanecer impasibles mientras un genocidio ocurría frente a sus ojos?

La increadulidad es la primera explicación. Autores expertos en historia de la Shoá, como Israel Gutman y Dina Porat coinciden en el escepticismo con el que originalmente se recibían en Europa las noticias sobre los campos de exterminio; un escepticismo del que, indudablemente, los europeos se arrepintieron cuando ya era tarde.


Hoy en día, 66 años después, no hay lugar al escepticismo. El hombre ha demostrado la capacidad y la magnitud de su maldad. Por ello, fechas como las de ayer no pueden pasar inadvertidas. Sea a través de breves y personales reflexiones como esta; de honores y actos oficiales como el realizado en Naciones Unidas en honor a las mujeres en la Shoá o de iniciativas para continuar preservando la memoria como la alianza entre Google y Yad Vashem. Sea como sea, el objetivo es el mismo: perpetuar la memoria y el compromiso de abrir más los ojos frente a las atrocidades cometidas y por cometerse. Sólo así puede cumplirse la consigna que rodea a este compromiso con la memoria de la Shoá, cuya conmemoración fue consagrada para un día como ayer, luego de que la ONU la convirtiera en deber el 27 de noviembre de 2005.

25 de enero de 2011

Líbano, el multiétnico (I)

Najib Mikati es miembro del Parlamento libanés, ex ministro
de Obras Públicas y Transporte y antiguo Primer Ministro del país, cargo para el que fue nuevamente nombrado ayer por el presidente del país, Michel Suleiman, luego de la crisis que sufriera el gabinete de su predecesor, Saad Hariri tras el retiro de Hezbolá -partido que hace vida en el Legislativo de ese país- de la coalición gobernante.

Pero Mikati es más que un político y un empresario. Su nueva designación trae nuevamente a colación sus simpatías pro sirias (no en vano su triunfo es visto como un triunfo de Hezbolá, pese a la filiación sunní del nuevo primer ministro) y revive un viejo debate acerca de las implicaciones del sistema político libanés en la estabilidad de ese país.

Concebido como un enclave prooccidental y cristiano en Oriente Medio, el Líbano tiene claramente diferenciadas sus minorías, que definen cada cinco años las proporciones en el Parlamento. Dos son las tendencias más importantes.

Por un lado, está la coalición "8 de marzo", compuesta por Hezbolá y el movimiento Amal, facciones chiítas favorables a la injerencia de Siria en asuntos libaneses y con cercanas relaciones con el también chií gobierno de Irán. Se llama así en honor a una manifestación que hubo a favor de Hasán Nasrala en esa fecha en 2005.

Su contraparte también tiene nombre de efeméride. Es la coalición "14 de marzo", compuesta por partidos nacionalistas y antisirios, además de movimientos cristianos, drusos y algunos sunitas. Es a este grupo al que pertenece tanto Saad Hariri, como su padre, Rafik, cuyo asesinato -presuntamente a manos de Hezbolá- actualmente es seguido por un Tribunal Especial de Naciones Unidas. Un juicio que, además, decantó en la crisis de gabinete libanés.

Esta correlación de fuerzas del Parlamento libanés, así como el carácter plurirreligioso del país ha ocasionado cierta alternancia de poder entre cristianos maronitas y musulmanes (chiítas, sobre todo) a lo largo del tiempo, pero ha generado, también, la inestabilidad propia de la dificultad de diálogo entre ambas tendencias, tanto desde el punto de vista religioso como del político.
(Continúa...)

22 de enero de 2011

Concierto In Memoriam: El recuerdo a través de la música

El tema musical de la Lista de Schlindler se presentaba como el plato fuerte de la velada. Sin embargo, el lleno total logrado por los jóvenes músicos de la fundación Mozarteum en el auditorio de la Asociación Cultural Humboldt en el concierto In Memoriam de ayer se debió mucho más que al simple interés de un puñado de cinéfilos y melómanos ansiosos por volver a escuchar las melancólicas notas de este recordado tema de John Williams.

Quienes recibimos y reprodujimos por diferentes vías (correo electrónico, Twitter, Facebook, teléfono, etc.) la invitación del Espacio Anna Frank fuimos con la convicción, como después se nos reiteró al inicio del evento, de no estar asistiendo simplemente a un recital de cuerdas con varios temas de compositores judíos contemporáneos. Lo que presenciábamos era una nueva forma de recordación, tan válida como cualquier rezo o acto conmemorativo, y además mucho más pertinente. Esos modos menores, arpegios y escalas de George Perlman,Mark Warshawsky y esas esas melodías evocadoras de
Imágenes de la vida jasídica de Ernest Bloch, solemnes y melancólicas, que los jóvenes talentos ejecutaron en sus violines, violas y violonchelos, recordaban a quienes en circunstancias tanto más dolorosas también tuvieron que tocar, muchas veces obligados por el terror, y otras, como su propia forma de escapar de ese terror a través de sus pequeños instrumentos.

Honraban a los músicos judíos que recibían a sus correligionarios a las puertas de los campos de exterminio. Honraban a personas como Jacques Stroumsa, el violinista de Auschwitz, quien debe su vida en mucho a ese arco y esas cuatro cuerdas. Honraban a tantos músicos judíos, profesionales o aficionados, conocidos y anónimos, muchas de cuyas historias intentó reconstruir el luthier israelí Schlomo Mintz a través del proyecto "Los violines del Holocausto".


Honraban, en fin, una forma de resistir y, en muchos casos, de sobrevivir, tan válida como cualquier otra: la consagración de la vida a través de la música. Vaya un homenaje y mi agradecimiento y reconocimiento al Espacio Anna Frank por esta iniciativa, en vísperas del Día Internacional de la Conmemoración de la Shoá (27 de enero)

19 de enero de 2011

Derecha, sionismo y existencia*

La ruptura de hecho entre el partido Laborista y la coalición que gobierna Israel, a raíz de la dimisión de Ehud Barak de la tolda, es vista como una aparente derrota a la política del primer ministro Benjamín Netanyahu. De los trece miembros de la tolda izquierdista solamente cuatro seguirán unidos al ministro de Defensa en la nueva facción que constituyó (“Atzmaut”, o “Independencia”, en hebreo”) y que aparentemente seguirá en la coalición del gobernante partido Likud. Los ocho restantes pasan a la oposición, junto con Kadima y los demás parlamentarios de partidos de izquierda y árabes, dejando a “Bibi” –como se le conoce al premier israelí- con 66 parlamentarios a su favor, en lo que ha sido calificado como una “frágil” mayoría simple. (La Knesset cuenta con 120 miembros en total).

Sin embargo, aunque endeble en número, se trata de una coalición mucho más coherente tanto en la ideología como en la praxis. La presencia del laborismo en una coalición con las características que ha tenido la que formó gobierno en 2006 –preponderencia de partidos de derecha como Israel Beiteinu y el Shas- había representado siempre una piedra de tranca en la toma de decisiones por parte del gobierno, aunado a la ubicación de ministros laboristas en varias carteras como el ministerio de Asuntos para las Minorías y el ministerio de Industria y Comercio.
Uno de los temas donde esta dificultad era más evidente era el relacionado con el propio conflicto árabe-israelí. Desde el primer momento, el laborismo ha mostrado sus reticencias a la decisión de Netanyahu de congelar el proceso de paz y mantener la construcción de asentamientos en Jerusalén, hasta el punto de amenazar con abandonar la coalición si no se retomaban las conversaciones directas con los palestinos. La decisión de las restantes toldas, fundamentalmente Likud e Israel Beiteinu, de mantener la política de asentamientos y condicionar las negociaciones a una paz duradera había marcado esta distancia entre ellos y el laborismo y, a su vez, la distancia entre el partido y Barak, más plegado –en su carácter de ministro de Defensa- a las posiciones de Lieberman y Netanyahu.

La supervivencia como interés nacional

Una distancia que se convirtió en ruptura definitiva con las declaraciones de Barak al renunciar, cuando prometió que “Atzmaut” es “un partido de centro y sionista”. La primera definición recuerda la voluntad política de los electores israelíes en 2006, que con su voto hacia la derecha dieron a entender el fracaso que representó el gobierno de Kadima en uno de los temas fundamentales del país: la seguridad. El carácter sionista, por otra parte, muestra el deseo de Barak de rescatar el interés nacional del país, que desde su fundación no ha sido otro que garantizar su supervivencia en un medio hostil. Una posibilidad que sólo puede materializarse a través del ideal sionista, enterrado por la izquierda tanto en la teoría –con el debate sobre el “post-sionismo” como en la práctica, haciendo peligrar mucho de la esencia de Israel en función de unos hasta ahora infructuosos esfuerzos de paz.

*Análisis a petición de la página web de la kehilá mexicana Enlace Judío